SORBOS DE RECUERDO
Era una noche de invierno, yo estaba en aquel asilo bebiendo
una copa de agua –me decía a mi
mismo que era whisky— mientras daba el primer sorbo,
imaginaba ese sabor ardiente y duradero que alguna vez toco mis viejos labios,
mi inservible paladar y por ultimo mi alma, mientras bebía pensaba en Rosa,
quien se fue sin decir adiós, ese adiós que por mucho tiempo necesite verlo,
sentirlo, entenderlo, saber el ¿Por
qué?, aunque mi corazón estaba lleno por su recuerdo, mi alma estaba vacía por
su ausencia.
Ya para cuando iba por el cuarto sorbo quería enterrar mi
corazón que estaba ardiendo en ese infierno de su recuerdo, sabia que
estaba condenado a olvidar sin querer
olvidar, solo me quedaba el dolor de su ausencia.
Ya en el sexto sorbo empecé a recordar esos días en los que
la ame, en los que ame su piel tersa, suave y salada a la vez, en los que
fuimos uno, empecé a recordar su voz, su jadeo, su respiración, su aroma, en
ese momento no podía diferenciar realidad de ilusión, con la mano temblorosa
bebí otro sorbo el cual me condujo a la realidad, el cual también mato esa
ilusión, en ese instante mis ojos empezaron a nublarse por las lagrimas que
amenazaban caer y resbalar por mi áspero
rostro.
Recordar ese pasado en realidad era lacerante, fui un
completo soberano de la estupidez –me dije— por mucho tiempo la llore, con ese
ultimo sorbo que estaba apunto de beber decidí ahogar su recuerdo, sin siquiera
dar oportunidad a que aprendiera a nadar y fue ahí que dije adiós con ese
ultimo sorbo por fin dije adiós.
Autora: Maria de La Paz Q. P.
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